Por: Jorge Fava
“La familia estira,
pero las tierras no”.
Refrán mapuche.
En un breve informe –complementario de un trabajo anterior-,[1]
abordaremos aquí la situación actual de las tierras indígenas en la provincia
de Buenos Aires (Argentina), con relación a la lucha por su recuperación y la
legalización dominial de las mismas.
En los seis partidos bonaerenses que
estudiaremos: Junín, General Viamonte, 25 de Mayo, Bragado, Trenque Lauquen y
Azul, la cuestión de la tierra se presenta con características propias para
cada caso, aunque todos comparten el problema de la insuficiencia y la baja
aptitud productiva de las mismas. En el primero de ellos, las familias de “La
Cruz” viven la paradoja de ser extraños en sus propias tierras, debiendo
arrendar las chacras que les legaron sus abuelos; la comunidad Coliqueo de
Viamonte (la mayor de todas) lucha por la definitiva entrega de las escrituras
traslativas de dominio de las reducidas chacras que todavía hoy ocupan; en 25
de Mayo la mayor parte de las mejores tierras tribales están intrusadas por
productores rurales no-indígenas; en Bragado lo que resta de la antigua tribu
de Melinao agoniza en sus inviables minifundios; en tanto que en Trenque
Lauquen y Azul, las escasas familias indígenas que allí residen han obtenido
magros beneficios de un acto “reivindicatorio” a todas luces insuficiente.
Otros caciques también recibieron en el pasado (1856-1878) tierras en la provincia, tal es el caso de Ancalao en Bahía Blanca, Miguel Linares (suc. Yanquetruz/Chingoleo) en Carmen de Patagones, Guayquil en Nueva Roma y Raninqueo en 25 de Mayo (estos dos últimos luego las perderían). En tanto que algunos más las solicitaron y nunca las obtuvieron, como Chipitruz y Manuel Grande en Tapalqué y Quentriel en Bahía Blanca.[2]
La cuestión de la tierra para el indígena
argentino es un tema prioritario que se encuentra ligado directamente a sus
posibilidades de proyección futura como etnia. Así es que la lucha por la
recuperación del espacio ecológico se transforma en vital, y el éxito o fracaso
de la misma irá irremediablemente unido a su permanencia o extinción definitiva
del mapa étnico nacional. Consciente de esta condicionante fundamental, en el
año 2004 el Gran Parlamento Indígena Nacional (“Futa Traw”), luego de obtenida su personería jurídica, inició un
reclamo por la propiedad de 116.500 hectáreas en distintos distritos del
interior bonaerense. La reivindicación de tierras incluye a los siguientes
partidos: General Viamonte, Bragado,
Bolívar, Azul, 25 de Mayo, Olavarría y Junín.[3]
La comunidad campesina era, y en muchos
casos aún lo es, la forma de organización económico-social de gran parte de la
población indígena sudamericana, componiéndose de “la propiedad de un
territorio que usufructuaban sus miembros, en forma individual y colectiva, en
base a unidades familiares, organización social y política basada en relaciones
de parentesco, descendencia, reciprocidad y ayuda mutua”.[4]
La pérdida de sus territorios ancestrales
significó para los aborígenes la casi destrucción como pueblos, debido a la
particular concepción y relación del indio con la tierra. Ella representa en la
cosmovisión tribal un espacio cultural en el que tienen lugar sus mitos, ritos,
historia y una especial integración que trasciende la mera utilidad productiva
de la misma.[5] Así, el indio ve hoy
comprometido su futuro y el de su descendencia, a una efectiva y definitiva
recuperación de sus territorios comunales.
En la provincia de Buenos Aires quedan aún
descendientes de las antiguas tribus mapuche y tehuelche en unidades familiares
nucleares sin organización o individuos aislados que se cuentan en muy reducido
número de sobrevivientes, fenotípicamente puros algunos, miscigenados la
mayoría, aculturados todos. Puede hallárselos poblando la planta urbana y/o en
las zonas rurales del partido. Tal es el caso de los descendientes de los capitanejos
de la tribu de Pincén y su segundo Nahuel Payún en el campo de “La Cruz”,
Junín;[6]
descendientes de Melinao en “La Barrancosa”, Bragado; de Rondeau en 25 de Mayo;
del cacique Catriel en el partido de Azul y de Pincén en Trenque Lauquen.[7]
Algo diferente es la situación de los
descendientes del cacique Ignacio Coliqueo en el partido de General Viamonte (Los
Toldos), cuya comunidad tiene una cierta organización, además de ser
numéricamente la mayor. Poblacionalmente las 540 familias de Los Toldos
totalizan unos 2.500 habitantes aproximadamente,[8]
constituyéndose dentro de la población del partido en el 14,7% de un total de
16.971 habitantes, según Censo Nacional de Población 1980.[9]
De las “tribus” o “comunidades” [10]
(algunas se limitan a escasos grupos de familias) de la provincia, analizaremos
en particular la cuestión de las tierras en los partidos antes mencionados,
dado que allí aún conservan un pedazo de sus antiguas posesiones o están en
plan de recuperación.
2.- La cuestión en Junín
Localización del campo "La Cruz", partido de Junín. |
Los campos hoy conocidos como “La Cruz” (el nombre deriva de la existencia allí de una gran cruz de palos) fueron asiento del cacique Santiago Yanquelén y su comunidad (unas 1.100 personas), la que en el año 1861, fallecido ya el mencionado cacique, y en ocasión de que la tribu de Coliqueo ocupara el mismo paraje, fueron incorporados a ésta violentamente. Finalmente, la tribu así constituida, se trasladó a otros campos prometidos por las autoridades nacionales.[11]
En el año 1882, luego de ser liberado de su
cautiverio en la Isla Martín García, el gobierno le entrega al cacique Pincén
dos chacras de reducida extensión (unas 106 hectáreas en total) para que se
radique en ellas con su gente. Pincén no se quedó y estas escasas tierras pasan
a poder de algunos jefes de su tribu (el cacique Nahuel Payún y los capitanejos Cheuquelén, Patricio Farias, Neculpan y Juan Negrete) que allí se afincan definitivamente, y a
posteriores advenedizos.[12]
En la actualidad se los puede encontrar, en escaso número y como familias aisladas, arrendando, en buena parte de los casos, las tierras fiscales que ocupan (véase la ilustración correspondiente); las que se ubican en los alrededores de la Escuela Primaria N° 26 que en dicho paraje existe.[13] Si bien algunos trabajan en la ciudad -distante unos cuatro o cinco kilómetros por un camino de tierra-, la principal actividad económica de la mayoría de las 32 familias allí instaladas son los hornos de ladrillo, los que se hallan en producción durante todo el año.
Una total inactividad política tendiente a
la titulación y/o ampliación de sus antiguas posesiones comunales hace suponer
que el statu quo imperante habrá de
mantenerse.
La información que con respecto a este
partido poseemos queda sujeta a posibles modificaciones, a partir de un futuro
trabajo de campo.
3.- La cuestión en General Viamonte[14]
Localización de la tribu de Coliqueo en el partido de General Viamonte (Los Toldos). |
En 1866, y tras reiterados pedidos por parte del cacique Ignacio Coliqueo, el gobierno del General Mitre, siendo gobernador de la provincia Adolfo Alsina, le otorgaron, mediante ley N° 474, 10.000 hectáreas de campo y posteriormente (ley N° 552 del año 1868) 6.000 más, con la cláusula de no vender hasta pasados diez años y previa autorización del gobierno.[15] De estas 16.000 hectáreas originales encontramos hoy, transcurridos 150 años (cuatro generaciones), que sólo el 30%, o menos, está en posesión de descendientes directos de indígenas.[16] Además su explotación como unidad económica, entiéndase agrícola-ganadera, es insuficiente por tratarse de minifundios. El crecimiento de la familia original de hace unos cien años atrás y las subdivisiones por herencia, han reducido las chacras a extensiones de explotación por debajo del nivel de subsistencia.
Estas tierras, enclavadas en la zona
Noroeste de la provincia, en términos de aptitud ecológica pueden considerarse
en un 70% al 80% aptas para la explotación agrícola y ganadera.
La tenencia de las tierras, con carácter de
dominio eminente, es un problema pendiente de solución, ya que si bien los
indígenas las ocupan, sólo el 50% de ellos tienen títulos de propiedad sobre
las mismas. Sucesiones inconclusas y manejos espurios de títulos por parte de
profesionales inescrupulosos han provocado la pérdida de algunos de ellos. De
todas maneras, desde 1978 y de acuerdo a la ley N° 9.231 se comenzó la entrega
de títulos de propiedad, la que se continuó en 1984. En marzo de 1989, el
ministro de gobierno bonaerense entregó 47 escrituras traslativas de dominio,
prometiéndose que se hará lo propio con 50 títulos más, hasta completar,
sumados los 250 cedidos por las gestiones anteriores, los 400 títulos de
propiedad a fin de año.[17]
La usurpación de territorio aborigen no es
sólo historia, actualmente se verifican conflictos de esta naturaleza con
abogados que tramitan la titularidad de la tierra de familias indígenas, que
con el pretexto de falta de recursos financieros para el pago de impuestos y
honorarios por parte de ellas, negocian los títulos.
Desde 1978 existe en la municipalidad de
General Viamonte una oficina que está encargada de la entrega de tierras, a
nivel del gobierno provincial a través de la Dirección de Geodesia y el
Ministerio de Gobierno.
La nueva ley N° 23.302 Sobre Política
Indígena y Apoyo a las Comunidades Aborígenes,[18]
promulgada por el gobierno democrático, pone un poco de orden en este sentido,
incorporando una cláusula de prohibición de venta de tierras indígenas por un
período extenso de tiempo. Lamentablemente este ítem no fue incluido en el
texto de los títulos de propiedad entregados últimamente.
La circunscripción catastral II del partido de Gral. Viamonte, concentra las chacras que aún pertenecen a indígenas de la comunidad "Ignacio Coliqueo" (cartografía de Mapa Rural). |
La comunidad en la actualidad ha logrado un mayor grado de desarrollo, si se la compara con las de sus hermanos del Norte o del Sur, quienes viven en mayor precariedad y marginación. De todas maneras serios problemas afectan a la tribu y la solución de los mismos se torna urgente.
Analicemos sólo algunos de ellos:
a) Titularidad
de la tierra: la entrega de títulos, que comenzó en 1978, sólo agravó la
situación de disgregación comunal debido a que la cesión se hizo a individuos y
no al conjunto, es decir, a la comunidad a través de una personería jurídica.
El campesino se encontró así propietario de una extensión de tierra
insuficiente para la explotación y con la inédita posibilidad de venderla, lo
que hizo sin dudar. Los resultados fueron negativos, aislándose de su medio
natural y social y sin experimentar seguridad económica a largo plazo, cuando
no rotundos fracasos. La correcta aplicación de la ley N° 23.302 puede
constituir un freno a este problema.
b) La
necesidad de un mayor control y mejor asesoramiento legal en la tramitación de
títulos de propiedad de tierras, a fin de evitar engaños y despojos.
c) La
reducida extensión territorial de las chacras, que ya mencionáramos, hace
necesaria la organización de una explotación cooperativa de los campos. Los
logros que se consigan en este sentido, creando fuentes de trabajo y riquezas,
podría también disminuir la emigración de la juventud, abriendo una perspectiva
nueva hacia el futuro.
4.- La cuestión en 25 de Mayo
Localización de la "Tribu Rondeau" en el partido de 25 de Mayo. |
Conocidas localmente con el nombre de “Campo de la Tribu”, las 6.886 hectáreas (estimaciones más recientes hablan de unas 5.000 ha.) que conforman la “Tribu Rondeau”, cercanas a la localidad de Valdés (según puede observarse en la cartografía rural de la zona), están aún pobladas por un centenar de descendientes de la mencionada comunidad indígena. Estas tierras, ocupadas a mediados de la década de 1830 por el cacique Caneullán, les fueron reconocidas (ya muertos éste y su sucesor Mariano Rondeau)[19] a los capitanejos Martín, Francisco y Manuel Rondeau y su tribu por las cámaras legislativas de la provincia de Buenos Aires, a través de la Ley N° 512 de 1867, y posteriormente demarcadas y consolidada su propiedad por escritura pública de 1879.
La penetración del blanco en tierras que pertenecen
a la comunidad indígena es un hecho que tuvo lugar a través del fraudulento, y
en ocasiones violento, desplazamiento de las familias indígenas por productores
agropecuarios que hoy las explotan en su mayor parte. Las chacras que aún
ocupan los descendientes mapuche están asentadas en tierras de muy bajo valor
ecológico para la producción agro-ganadera, además, buena parte de estos
minifundios contienen extensos bajíos con gran abundancia de agua y juncos. No
obstante, crían allí un poco de ganado, aves de corral y practican una
agricultura de tipo familiar.
La migración de los jóvenes hacia los centros urbanos en busca de trabajo, hace que la población actual de la tribu esté en su mayoría constituida por ancianos, los que habitan en precarias viviendas-ranchos diseminadas por los campos.[20]
En agosto de 2016, la “Tribu
Rondeau” sufrió un nuevo despojo territorial cuando la Justicia convalidó la
usurpación de sus tierras por parte de un grupo de productores rurales. La Sala
I de la Cámara de Apelaciones de Mercedes (BA), en un fallo similar al de 1981
durante la dictadura militar, pretendió que los indígenas de la “Tribu Rondeau”
no tienen derechos sobre las mismas porque desde hace décadas no realizan una
ocupación efectiva y permanente de esas tierras (de las que, como se dijo,
fueron dolosamente desalojados) y además porque son chilenos y por lo tanto no
se les aplica el artículo 75 inciso 15 de la Constitución Nacional de 1994, que
reconoce a los pueblos indígenas derechos de posesión a sus tierras
ancestrales, ignorando de esta manera que dicha comunidad, reconocida por el
Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), habita en el partido de 25 de
Mayo hace más de 180 años. Un escándalo jurídico que, según prometió la
defensa, continuará en tribunales superiores en procura de la justicia que en
esta instancia les fue negada.[21]
5.- La cuestión en Bragado
Localización de la tribu de Melinao en Olascoaga ("La Barrancosa"), partido de Bragado. |
A finales de 1845, se instalan en Bragado en calidad de “indios amigos” las tribus de origen trasandino de los caciques Melinao, Collinao y Railef. Posteriormente, y en virtud de sus servicios a la nación, en el año 1863 el Poder Legislativo de la provincia de Buenos Aires le adjudica al cacique Pedro Melinao y su tribu dos leguas cuadradas de tierra (unas 5.000 hectáreas) en el paraje “La Barrancosa” (sudeste del actual Cuartel VII), y que el Ejecutivo promulga en septiembre de ese mismo año. Superados algunos tramposos intentos por adueñarse de una parte de esos campos por terratenientes locales, en 1905 la familia de Francisco Coñequir (capitanejo de la tribu de Melinao, muerto en 1889) obtiene la cesión de los lotes 38 y 39 de 46 hectáreas cada uno; los que en 1906, reconocidos los derechos de sucesión familiar, ascienden a 331 hectáreas, siendo sus linderos Pedro Melinao (hijo) sobre la Estación Olascoaga con 828 hectáreas, al Este Nahuel y Currumán y al Noreste Martín Barrancos con 248 hectáreas.[22] La escrituración a título individual de estas tierras llevó a algunos miembros de la tribu –como lo observamos en el caso de Los Toldos- a vender las tierras más altas y cercanas al pueblo, desmembrándose así la unidad territorial original.[23]
Plano manuscrito de M. Hux de la mensura y división del campo La Barrancosa (Archivo P. Meinrado Hux). |
Hoy “la situación de ‘La Barrancosa’, único asentamiento indígena del partido de Bragado… es sólo historia”, nos manifiesta Máximo Coñequir, bisnieto de Francisco.[24] En este paraje, que abarca aproximadamente 2.300 hectáreas, el terreno es bajo y poco apto para la agricultura, localizándose en él las lagunas “La Barrancosa” y “El Saladillo” que ocupan buena parte del mismo, restándole superficie aprovechable para la producción agraria, la que se limita, en la mayoría de los casos, a una explotación de subsistencia (cría de vacunos y agricultura en pequeña escala), suplementándola ocasionalmente con empleos temporarios como peones en campos o tambos de la zona, mientras que la población más joven migra a la ciudad en busca de una oportunidad de trabajo.[25]
Los lotes de tierra de las diez familias
que aún pueblan las chacras de la tribu oscilan entre las dos hectáreas
(algunas sin escritura por juicios sucesorios incompletos) hasta un poco más de
20 hectáreas, producto de las subdivisiones hereditarias de las 36 hectáreas
originales. Muchos de estos terrenos –dice Don Máximo- “están en manos de
personas que ni siquiera saben de su historia y tampoco viven allí”; y concluye
con un dejo de tristeza, “todo es tapera”.[26]
6.- La cuestión en Trenque Lauquen
Ubicación de las chacras cedidas a descendientes del cacique Pincén, Trenque Lauquen. |
Capturado su cacique en 1878 y perdida la autonomía comunitaria producto del avance de la frontera nacional y tras un largo peregrinaje por distintos campos que acentuó la disgregación del grupo étnico (entre ellos “La Cruz” de Junín, donde, como vimos, se radicó una parte de su gente), el resto de la tribu de Pincén se estableció en la periferia de la naciente ciudad de Trenque Lauquen. “A comienzos del siglo XX, alrededor de 700 indígenas se asentaron en la Reserva Fiscal Las Guasquitas, partido de Trenque Lauquen –dice el investigador Mariano Nagy-, donde a la gente del cacique Tacunao se le concedieron alrededor de mil hectáreas de dicho predio, aunque la concesión poco duró y tuvo un violento final”.[27] Desalojados de allí en 1902 por el gobierno provincial para crear en esas tierras una colonia agrícola, “muchas (familias) permanecieron en el lugar pero ya no como miembros de la comunidad indígena, sino como sujetos desmarcados, en labores de peones, jornaleros y servicio doméstico en el caso de las mujeres”.[28] Asentados la mayoría en terrenos fiscales, algunos lograron adquirir un lote de tierra individual en los “médanos”, una zona de campo abierto alejada de la planta urbana.[29]
Reducida a una mínima expresión de lo que
otrora fuera, existe hoy en este partido la “Comunidad Indígena Cacique
Pincén”, asociación que está presidida por el Sr. Lorenzo Cejas Pincén y que en
1988 peticionara ante las autoridades municipales la cesión de tierras para
familias de la comunidad.
Hechas las tramitaciones del caso, se les
otorga por Ordenanza N° 88 de octubre de 1988, la concesión de uso gratuito,
por el término de un año, de 200 hectáreas de propiedad municipal de las cuales
el 80% se encuentra bajo agua con sólo 20 hectáreas de superficie aptas para la
explotación económica tradicional de la zona, esto es: agrícola-ganadera.
Citamos:
“El Honorable Consejo Deliberante del
partido de Trenque Lauquen, acuerda y sanciona con fuerza de
“ORDENANZA:
“ARTÍCULO
1°. Otorgase la Concesión de Uso Gratuito, por el término de UN (1) AÑO, a la
COMUNIDAD INDÍGENA “CACIQUE PINCÉN”, de Trenque Lauquen, de los Inmuebles de
Propiedad Municipal, designados catastralmente como: CIRCUNSCRIPCIÓN XVII,
SECCIÓN A, CHACRAS 80, 81, 94 y 95; debiendo suscribirse el Contrato respectivo
con las Cláusulas de estilo.
“ARTÍCULO
2°. De forma”. (Ordenanza N° 88.)[30]
Ubicación de las chacras municipales (200 Has.) en la circunscripción catastral XVII, sección A, del mapa rural de Trenque Lauquen. |
Detalle de las chacras cedidas por el municipio a la "Comunidad Indígena Cacique Pincén" de Trenque Lauquen. |
En estas 200 hectáreas se ubicarían tres familias, efectuando allí una experiencia de explotación intensiva con el desarrollo de actividades ictícolas, cría de cerdos, producción de pollos, fábrica de ladrillos, etcétera, mediante una administración cooperativista.
El caso de Trenque Lauquen es un buen
síntoma en la lucha del indígena por la recuperación de las tierras, pero
cuantitativamente y cualitativamente insuficiente para un “acto de
reivindicación a los descendientes de quienes habitaron y defendieron estas
tierras”, como se dice en el texto de los Considerandos de la Ordenanza
Municipal N° 88.
7.- La cuestión en Azul
Ubicación de las tierras cedidas a los descendientes del cacique Catriel en Ariel, Azul. |
En este partido del centro-sur bonaerense, la tribu de los Catriel (tehuelches araucanizados),[31] asentados en la zona al menos desde 1832, luego de una larga convivencia útil a los intereses de la nación, en 1875 fueron conminados por el gobierno provincial a abandonar sus codiciadas tierras y trasladar sus toldos hacia un nuevo asentamiento más alejado, lo que provocó la sublevación de la tribu y su alistamiento en el último gran malón junto a los caciques Namuncurá, Baigorrita y Pincén. Sofocado el levantamiento indio por el ejército y expulsados la mayoría de los catrieleros hacia el “desierto” y su destino final en Río Negro, muchos de los que se mantuvieron prescindentes se afincaron desperdigados “por Azul, Olavarría, Tapalqué y la zona, sumados a otros más que se quedaron trabajando por los campos”.[32]
En enero de 1998, los descendientes de los
Catriel iniciaron ante la Municipalidad una gestión de reivindicación de
derechos ancestrales en la que decían: “solicitamos las tierras que están
desocupadas, para cría de animales, en Estación Ariel (localidad del interior
de dicho partido), ya que las otras tierras solicitadas están ocupadas”;[33]
refiriéndose así a su obligada conformidad con las tierras disponibles, pero
manifestando veladamente sus preferencias por campos de mejor calidad a los que
no les fue posible acceder. En respuesta
al mencionado reclamo de la familia Catriel, y a través del Decreto N° 158
fechado el 19/03/1998, el municipio le concede a Matilde Modesta Catriel
(bisnieta del cacique Juan Catriel, “El Viejo”) una pequeña superficie de
tierra en la zona de la ex Estación Ariel. El texto del Decreto en su Artículo
2° expresa: “OTORGASE en concesión de uso precario a Matilde Modesta CATRIEL el
área libre de ocupación de aproximadamente 15 Has., parte del inmueble
identificado en el Artículo 1° (excluidas las edificaciones existentes y el
perímetro circundante a ellas), establecidos en el croquis obrante en el Expediente
Letra S-13/98”.[34]
Como lo vimos en el caso del partido de Trenque Lauquen, aquí también la exigua extensión de las tierras otorgadas resulta insuficiente para una auténtica “Reivindicación del Aborigen” (Decreto N° 158/98), dado que la proyectada explotación económica de las mismas incluye, además de a la familia de la titular, a otros miembros de la comunidad indígena.
La pobre calidad productiva de estos
terrenos, en los que se prevé realizar agricultura y cría de pequeños animales,
fue motivo de polémica. Un estudio realizado por la Secretaría de Agricultura,
Ganadería y Pesca y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria-Instituto
de Evaluación de Tierras, titulado “Mapa de Suelos de la Provincia de Buenos
Aires” y que data de 1989; con respecto al Dominio
Edáfico 23, que abarca varios partidos provinciales, entre los cuales se
hallan los suelos de Ariel, señala: “La mayor parte del dominio está formada
por áreas planas en las cuales se desarrollan suelos poco profundos y
alcalinos”. Y más adelante, bajo el subtítulo “Limitaciones”, agrega: “Los
tenores de sodio perjudiciales se presentan desde la superficie o a escasa
profundidad; algunos suelos contienen sales en cantidad poco tolerables por las
plantas”.[35] Lo que en términos de
economía agraria implica suelos de tan baja aptitud productiva que imposibilitan el desarrollo de agricultura en
los mismos, y aún dificultan la producción ganadera. Esta constatación
científica de la baja calidad ecológica de los campos de Ariel, que no podía
ser ignorada por las autoridades locales, no fue tenida en consideración a la
hora de designar a estos terrenos como los únicos legalmente disponibles para
el asentamiento de las familias catrieleras.
La recuperación, por parte de las nuevas
generaciones indígenas de la provincia de Buenos Aires, de una conciencia
étnica y una memoria histórica por largo tiempo dormidas, adquiere hoy su
verdadera dimensión política en las palabras de Marta Catriel, hija de Matilde
y tataranieta del cacique Juan Catriel, cuando asegura: “Nosotros somos
conscientes de la usurpación del blanco hace 150 años, tanto de las tierras
como de nuestra cultura, y estamos dispuestos a exigir lo que nos corresponde”.[36]
8.- Consideraciones finales
El fenómeno de migración hacia los centros
urbanos, especialmente de los segmentos jóvenes, responde a factores diversos
tales como el rompimiento del ethos
tribal a través de una acción continua de aculturación, incentivada por los
contactos económicos, educación y religión impuestas, etcétera; y la acción
deculturante/aculturativa de los medios de comunicación social (MCS),
específicamente la radio.[37]
Pero sin duda, y esencialmente para el tipo de asentamientos agrarios que aquí
estudiamos, la pérdida de las tierras comunales o la posesión de las mismas en
cantidad y calidad insuficientes (por debajo de la unidad económica agraria, la
que para los partidos bonaerenses aquí considerados está calculada en las 150
hectáreas),[38] se constituye en el
fundamental motivo de desintegración; expulsando a los miembros de la comunidad
campesina hacia la periferia de los centros urbanos. Los barrios “Los
Eucaliptos” de Los Toldos, “Villa Fidelidad” de Azul (producto éste último de
la reducción de la tribu de Maicá y de una parte de las de Catriel y Cachul en
1856),[39]
e “Indio Trompa” de Trenque Lauquen son los lugares de concentración de los migrantes
comunales que han enajenado o perdido sus tierras. Dice al respecto la
antropóloga Isabel Hernández: “Si bien el análisis de la situación específica
de sobreexplotación económica del aborigen, está determinado por el fenómeno de
la discriminación étnica, y afecta muchos otros aspectos de la vida de los
aborígenes, principalmente se expresa… a través del problema de la estrechez y
el bajo rendimiento de las tierras de asentamiento indio, y de las causales que
históricamente arrastraron tal situación de sometimiento hasta nuestros días”.[40]
Hoy, como en la época de los grandes
caciques, el lema de la desaparecida Confederación Pampa (1852-1873) adquiere,
aunque bajo el imperio de otras condiciones, rigurosa actualidad en una lucha
que es ya secular: “mapuche ñi mapuche”
(la tierra india al indio).
* Publicado en el Boletín IWGIA. Volumen 10, Números 3/4. Copenhague, diciembre de 1990. Págs. 55-66. Revisado y ampliado para la presente publicación.
[1] Fava, Jorge: Los
Aborígenes de la Provincia de Buenos Aires. Los últimos sobrevivientes. Boletín IWGIA. Volumen 6, Números 3/4.
Copenhague, diciembre de 1986. Págs. 28-41.
[2] De Jong, Ingrid: El Acceso
a la Tierra entre los Indios Amigos de la Frontera Bonaerense (1850-1880).
Revista de Ciencias Sociales, segunda época, año 7, N° 27, Bernal, Editorial de
la Universidad Nacional de Quilmes, otoño de 2015, págs. 93-95 y 100. Edición
digital: <http://www.unq.edu.ar/catalogo/357-revista-de-ciencias-sociales-n-27.php>.
[3] Diario El Día. La Plata,
12/11/2004.
[4] Silenzi, Elba: Reforma Agraria en Perú: efectos
positivos y negativos sobre el campesinado. Revista de Antropología, N° 4. Año
III. Buenos Aires, marzo-abril 1988. Pág. 59.
[5] Fava, Jorge: El Destino de la Tierras Indígenas
del Sur. Revista de Antropología, N° 6. Año III. Buenos Aires,
octubre-noviembre 1988. Pág. 74.
[6] Hux, Meinrado: Los Toldos, carta del 24/10/1988
y comunicación personal del 19/04/1989.
[7] Algunos autores sostienen
que estos dos últimos caciques eran de origen pre-araucano (al menos por una de
sus vías); tal vez tehuelche septentrional u otro (Alberto Sarramone: Catriel y
Los Indios Pampas de Buenos Aires. Editorial Biblos. Buenos Aires, 1993. Pág.
59 y Carlos Martínez Sarasola: Nuestros Paisanos los Indios. Emecé Editores.
Buenos Aires, 1992. Pág. 244).
[8] Según el Dr. Haroldo Coliqueo, comunicación
personal, 1986.
[9] INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y
Censo): Censo Nacional de Personal 1980. Ministerio de Economía de la Nación.
Buenos Aires, Argentina.
[10] Términos de uso
generalizado en la provincia de Buenos Aires para designar, aún hoy, a los
asentamientos de descendientes indígenas, sin una correspondencia estricta con
su significado antropológico.
[11] Hux, Meinrado: Coliqueo, el Indio Amigo de Los
Toldos. Edición del autor. Buenos Aires, 1972. Págs. 57-58 y 62.
[12] Según el Padre Meinrado Hux, comunicación personal
del 19/04/1989. Cacique y capitanejos mencionados entre paréntesis, según Martha Drovetto: "La Toldería Olvidada: campo de La Cruz". II Jornadas Regionales de Historia y Arqueología. Agosto de 1999. Disponible en línea: <http://guamini.tripod.com/ponencia/26.html>.
[13] Ibídem.
[14] El presente acápite
reproduce parcialmente el texto actualizado (1990) de un trabajo anterior de
nuestra autoría, citado en la nota 1 de este artículo.
[15] Hux, Meinrado: ob. cit., págs. 98-101. La donación fue concretada mediante escritura pública del 20 de junio de 1869 a nombre del cacique Coliqueo y su Tribu (ídem, pág. 106).
[16] Los investigadores Gustavo Fischman e Isabel Hernández (CEA-UBA) estimaban en 1990 que los mapuche toldenses ocupaban legalmente apenas unas 4.021 has. (La Ley y la Tierra. Historia de un despojo en la tribu mapuche de Los Toldos. Centro Editor de América Latina S. A. Buenos Aires, 1990. Pág. 21). Según el dirigente indígena Nilo Cayuqueo, en la actualidad sólo quedan unas 1.000 hectáreas en posesión de una veintena, o poco más, de familias mapuche (Los Toldos, 18 de noviembre de 2018).
[16] Los investigadores Gustavo Fischman e Isabel Hernández (CEA-UBA) estimaban en 1990 que los mapuche toldenses ocupaban legalmente apenas unas 4.021 has. (La Ley y la Tierra. Historia de un despojo en la tribu mapuche de Los Toldos. Centro Editor de América Latina S. A. Buenos Aires, 1990. Pág. 21). Según el dirigente indígena Nilo Cayuqueo, en la actualidad sólo quedan unas 1.000 hectáreas en posesión de una veintena, o poco más, de familias mapuche (Los Toldos, 18 de noviembre de 2018).
[17] Diario Clarín. Buenos Aires, 30/03/1989 y
semanario Tribuna. Año XI. N° 283. Los Toldos, martes 21 de marzo de 1989.
[18] Publicada en el Boletín Oficial el 12/11/1985.
[19] Hijo del cacique
homónimo, muerto en la masacre de Masallé en septiembre de 1834 (Alberto
Sarramone: ob. cit., pág. 143).
[20] Entrevista con la familia
Canullán, ciudad de 25 de mayo, 16/04/1993.
[21] Agencia Télam, 12/08/2016
y Online-911, 11/08/2016.
[22] Hux, Meinrado: De
Caciques y Capitanejos de la Llanura del Plata. El capitanejo Dn. Francisco
Coñequir. Hojas mecanografiadas. 1977. Págs. s/n.
[23] Secretaría de Agricultura
y Ganadería de la Nación: Investigación Social de una Localidad Rural. Encuesta
Piloto. Olascoaga, Bragado, 1959. Pág. 9.
[24] Coñequir, Máximo: “la
Barrancosa”, Olascoaga, carta de abril de 1991.
[25] Secretaría de Agricultura
y Ganadería de la Nación: ob. cit., págs. 8 y 10-11.
[26] Coñequir, Máximo: ibídem.
[27] Nagy, Mariano: “Circulación
e Incorporación en la Frontera: Trayectorias indígenas tras la ‘Conquista del
Desierto’”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos
[En línea], Debates, Puesto en línea el 05 octubre 2012. URL: <http://journals.openedition.org/nuevomundo/64156;DOI:10.4000/nuevomundo.64156>,
§ 22.
[28] Ibídem, § 17.
[29] Ibídem, § 40.
[30] Informe al autor de la
Municipalidad de Trenque Lauquen, 24 de octubre de 1988 (incluye los planos
aquí reproducidos).
[31] La etnia araucana (o
mapuche), de origen trasandino y demográficamente mayoritaria en Pampa y
Patagonia a partir del siglo XVIII, conquistó y terminó absorbiendo a la
mayoría de las tribus de esa región (Carlos Martínez Sarasola: ob. cit., págs.
131 y 244).
[32] Sarramone, Alberto: ob.
cit., pág. 289.
[33] Carta de Marta Pignatelli
Catriel al Jefe de la Casa de Tierras Regional de Azul. Diario El Tiempo. Azul,
5 de abril de 1998. Pág. 19. La aclaración entre paréntesis es nuestra.
[34] Ibídem, pág. 20.
[35] Ibídem, pág. 21.
[36] Periódico Carta Abierta.
Azul, 3 de abril de 1998. Pág. 5.
[37] Fava, Jorge: El Impacto de los Medios de
Comunicación Social sobre los Grupos Étnicos Nativos. La radio como herramienta
de la cultura. Boletín IWGIA. Vol. 8, Nos. 3/4. Copenhague, noviembre de 1988.
Págs. 71-80.
[38] Según Decreto N° 1573/83,
Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires. La Plata, 14 de
octubre de 1983.
[39] Sarramone, Alberto: ob.
cit., págs. 179-182 y 318.
[40] Hernández, Isabel: Los Indios y la Antropología
en la Argentina. En: Los Indios y la Antropología en América Latina.
Coordinación: Carmen Junqueira y Edgar de A. Carvalho. Ed. Búsqueda-Yuchán.
Buenos Aires, 1984. Pág. 25.
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:
FAVA, Jorge: 2018 [1990], "La cuestión de las tierras indígenas en la provincia de Buenos Aires, Argentina". Disponible en línea: <http://larevolucionseminal.blogspot.com/2018/06/tierras-indigenas-buenos-aires.html>. [Fecha de la consulta: día/mes/año].
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:
FAVA, Jorge: 2018 [1990], "La cuestión de las tierras indígenas en la provincia de Buenos Aires, Argentina". Disponible en línea: <http://larevolucionseminal.blogspot.com/2018/06/tierras-indigenas-buenos-aires.html>. [Fecha de la consulta: día/mes/año].