miércoles, 1 de abril de 2020

Pedagogía de los mayas chiapanecos: un análisis del concepto "enseñarse"*



Por: Jorge Fava


“Todos los que llegan vienen a enseñarnos como
si no supiéramos nada. Ahí están los médicos,
los maestros, los padres, los del gobierno y todos
los demás. Para todos ellos somos ignorantes”.
Tojolabales de Comitán, Chiapas, México.
(Testimonio recogido por C. Lenkersdorf).



1.- Introducción

La primera vez que nos topamos con el concepto “enseñarse” fue durante una entrevista televisiva con el escritor argentino Jorge Luis Borges. Allí Borges contaba que debió “enseñarse” alemán para poder leer a Schopenhauer en su propio idioma.[1] La idea nos pareció ocurrente. Había allí una inversión de sentidos, ¿cómo podía Borges enseñarse un conocimiento que ignoraba? Normalmente debería haber dicho que “aprendió” alemán, aunque fuera de forma autodidacta. Así estamos acostumbrados a decirlo, producto, tal vez, de la imagen que tenemos de la enseñanza en el sistema formal. Dentro de estos cánones se expresa el médico neurólogo austríaco Sigmund Freud en unas palabras dirigidas al traductor de la edición española de su más famosa obra, sólo que en esta ocasión la apetencia idiomática va en sentido contrario a la del argentino: el deseo de leer el inmortal ‘Don Quijote’ en el original cervantino me llevó a aprender, sin maestros, la bella lengua castellana”.[2] En fin, nada extraño en un escritor como Borges fascinado por los laberintos y los oxímoron. Pero fue el biólogo evolucionista norteamericano George Gaylord Simpson quien pareció traer una respuesta a nuestra inquietud con una frase que, a la postre, nos resultó un tanto ambigua: “No hay nada malo –decía Simpson- en enseñarse uno mismo, si uno es un gran profesor”.[3] ¿Avalaba este investigador dicha metodología o se trataba de su simple descalificación a través de una ironía?

    La cosa quedó allí. Otras lecturas nos alejaron de estas especulaciones, hasta que cayó en nuestras manos la obra de Ricardo Pozas Juan Pérez Jolote, biografía de un tzotzil.[4] En un pasaje de la misma, Jolote cuenta que siendo niño en una oportunidad su padre le recriminó su tardanza en “enseñarse” las artes de la agricultura.[5] Esta nueva aparición del concepto “enseñarse” nos resultó más interesante que las anteriores, ya que ahora no se trataba de la ocurrencia o la ironía de “una mente brillante”, sino del bagaje conceptual de toda una cultura. Nuestra primera asociación fue con la entrevista a Borges: ¿Había leído este escritor el Pérez Jolote y tomado de allí el concepto de “enseñarse”? Probablemente, ya que, según solía decir, su mayor capital intelectual eran sus lecturas y no sus escritos. Pero fue en una tercera etapa, y a través de la lectura del revelador libro del psicólogo social tsotsil Manuel Bolom Pale Chanubtasel-p’ijubtasel. Reflexión filosófica de los pueblos originarios[6] que este concepto cobró en nosotros su verdadera dimensión significativa, como luego veremos.

    El Padre franciscano Enrique Oltra, teólogo y filósofo, en su libro Paidea Precolombina. Ideales pedagógicos de aztecas, mayas e incas, decía: “Acusamos a dichas culturas de que forjaron un sistema educativo ‘natural, espontáneo e inconsciente’”, sin entender que: “La educación no es un fenómeno que se da aisladamente, sino que está condicionado al tipo de sociedad y cultura”[7] de la que forma parte y que sólo desde su propia perspectiva –apuntamos nosotros- nos revelará sus secretos ocultos, o mejor deberíamos decir, invisibilizados por la sociedad dominante. “La sabiduría que poseyeron nuestros antepasados mayas –agrega por su parte Bolom Pale- es un tesoro espiritual que fue vertido en la cultura tsotsil y que nuestros mayores lo guardaron para ser dado a conocer al mundo, a pesar de que históricamente fue negado por o para su práctica”.[8] Y esta necia y soberbia negación fue la que nos apartó de los logros pedagógicos (como de tantos otros) de los mayas chiapanecos y su sabiduría ancestral.

2.- “Enseñarse”: un proceso de descubrimiento creativo

    En la mencionada obra, Bolom Pale aborda la educación familiar (o informal) del niño o niña tsotsil, destacando que esta no se lleva a cabo como una mecánica transmisión generacional de conocimientos, sino que busca “abrir la visión” de los aprendices a través de las actividades de la vida diaria en el ámbito doméstico y sus saberes intrínsecos, útiles para un período determinado del desarrollo infantil, o como práctica para toda su vida. De esta manera, “Una mamá tsotsil –dice el citado autor- no transmite a sus hijas sus conocimientos acerca de la elaboración de los comales, ollas, comida, sino que la niña aprende observando y practicando, esto se da mediante preguntas cuando hay un intercambio de saberes. Más aún, sobre todo al principio, si no se hace bien, por ejemplo, un comal, una olla, un tejido, la mamá no se apresura a regañar o dar indicaciones, ni siquiera lo compone, sino que ponen de junto el resultado del trabajo con la que elaboró la mamá. Así, ella misma irá dándose cuenta de sus errores y los irá corrigiendo, mejorando en la práctica, hasta lograr ese saber que aspira”.[9] Es decir, conseguirá “enseñarse”, según la terminología maya,[10] y que las investigadoras mexicanas Flor Bermúdez Urbina y Kathia Núñez Patiño denominan “formas culturales de aprendizaje”.[11] Por su parte, el padre hace lo propio con sus actividades específicas (básicamente relacionadas con el trabajo en la milpa), y ambos, padre y madre, evitan –como se dijo- corregir a sus hijos “ya que si los regañan posiblemente dejen de apasionarse por esa actividad que están realizando”.[12] Y en otro párrafo del mismo texto Bolom Pale señala con referencia al sistema educativo formal: “no encuentran relación con lo que enseñan en la escuela, ‘ya que solo el maestro se la pasa hablando y no practicamos’”.[13] (Modelo pedagógico en el que, por cierto, hasta tanto no se corrijan las asimetrías en sus modos relacionales, favorables a la cultura dominante, y los contenidos curriculares no articulen con la realidad local, será en vano hablar de una auténtica interculturalidad.[14] Otro tanto se puede decir del pregonado bilingüismo.[15])

Niños de una comunidad maya de Chiapas, México (foto recuperada de Unión Chiapas).

    También los mayas chiapanecos suelen referirse a un saber oculto presente en los niños/as y al que hay que despertar mediante preguntas acordes a su edad. Este concepto, ligado a lo anteriormente dicho, es fundamental para comprender la pedagogía familiar y/o comunitaria indígena utilizada en el proceso de socialización infantil. La suposición de un saber previo (o pontencialidad creadora), al que hay que incentivar para que dé sus frutos supera la noción de la simple transmisión-memorización de conocimientos del sistema educativo formal, ya que implica para el educando la tarea de buscar una resolución al problema planteado desde su propia perspectiva y práctica, apelando a la creatividad individual. Lo que pretendemos remarcar es que el concepto “crear-hacer” (imaginar uno mismo una nueva solución a partir de la experiencia acumulada en su búsqueda) está por encima del concepto “pensar” (reflexión deliberada con el objeto de entender el problema en abstracto, prescindiendo de la esclarecedora vivencialización del proceso intelectual que da el crear haciendo), al que contiene; es decir que estamos en presencia de “una epistemología del saber en la práctica”, porque “en el hacer está el pensar”.[16] Esta teoría del conocimiento encuentra sustento incluso en análisis neurológicos profundos, ya que, como lo asegura el antropólogo norteamericano Clifford Geertz, “el cerebro humano depende por entero de recursos culturales para operar”, de manera que “el hecho de pensar como acto público, abierto, que supone la manipulación deliberada de materiales objetivos, es probablemente fundamental para los seres humanos; y el pensar como acto íntimo, privado, que no recurre a esos materiales, probablemente sea una capacidad derivada”.[17] Bolom Pale lo dice muy bien cuando afirma con respecto a la técnica indígena de la creatividad inducida: “es necesario que cada uno se haga sabio por sí mismo y a la vez responsable de sí mismo, es necesario que cada uno genere nuevos saberes y no únicamente repetidores de ella”[18] (de la vida). Es decir evitar el copiar y pegar, tan propio de nuestra cultura digital actual.

    A través de esta metodología de enseñanza los mayas evitan el anquilosamiento de su cultura, ya que cada miembro de dicha sociedad es un creador, en potencia o en acto, de nuevos saberes y habilidades que irán renovando y ampliando el acervo común. Y el conocimiento así generado se incorporará a dicho proceso de acumulación cultural –si la comunidad le reconoce su pertinencia- sin provocar desajustes en su ethos social y cosmovisión, ya que es un producto, aunque innovador, genuino culturalmente hablando. Estos ideales pedagógicos, por otra parte, necesitan de un contexto material, intelectual y emocional propicio que les haga posible germinar y desarrollarse, libres de interferencias foráneas que desestabilicen su coherencia interna y finalmente los vuelvan impracticables. Así visto, el método didáctico maya implica la existencia de un sistema sociocultural integrado (la comunidad), en el cual éste es una pieza más que, utilizando la misma lógica que el resto del sistema, colabora con la estabilización y reproducción del mismo. Lo dicho no niega la apropiación por parte de las comunidades indígenas de conocimientos de origen exótico (básicamente procedentes de la occidentalizada sociedad envolvente), los que suelen ser resignificados con el propósito de adaptarlos a sus necesidades específicas, o rechazados en caso de no cumplir con sus expectativas.

    De esta manera, en un proceso de descubrimiento creativo que será su marca de agua cultural a través de toda la vida, los mayas chiapanecos desarrollaron una especial e imprescindible aptitud para la supervivencia en las muy difíciles condiciones que les ha tocado enfrentar a lo largo de su historia colonial y republicana. La creatividad y la reelaboración adaptativa de rasgos culturales extraños (otra forma de creatividad), como ya se mencionó, dotaron a las comunidades indias del sureste mexicano de las herramientas necesarias que hicieron posible una resistencia exitosa (en términos de permanencia como entidad étnica reconocible), a pesar de los altos costos pagados debido al furibundo embate de las fuerzas disociadoras externas. En el “enseñarse” cotidiano de los problemas-soluciones que se les plantean como individuos y como sociedad, la metodología educativa maya ha demostrado su particular eficacia y puesto en evidencia la necesaria revalorización que como modo de creación y transmisión de saberes debería tener dentro del programa de educación bilingüe e intercultural (EBI) que se lleva adelante en las comunidades indígenas.

    El desconocimiento de estos principios educativos por parte de la sociedad dominante, imperceptibles a los ojos de los extraños a la cultura maya –incluidos algunos investigadores- hizo pensar que se trataba de sociedades estáticas, congeladas en un pasado ya superado, del que debían escapar por su propio bien. Así es que, a partir de esa visión equivocada (y también interesada), los pueblos indígenas chiapanecos debieron soportar el avasallamiento de sus tradiciones y formas de vida por una sociedad que no los comprendía, ni lo intentaba. Por ello, la política indigenista llevada a cabo por el Estado mexicano desde la independencia fue tan destructiva para las etnias indias al pretender la homogenización cultural del país y la consecuente desarticulación de sus universos normativos tradicionales. Esta estrategia integracionista, impuesta por agentes estatales y privados (por ejemplo la Iglesia católica, entre otros), fue catalogada con mucho acierto por el sociólogo Pablo Gonzáles Casanova como colonialismo interno.[19] La historia es demasiado conocida como para abordarla aquí, además de no constituir el propósito de este artículo.

3.- Lo individual y lo colectivo en la producción de saberes

    Otra cuestión que queremos subrayar es que, no obstante que en la cultura y cosmovisión maya hay “un predominio de lo colectivo sobre lo individual”,[20] la mencionada apelación a la creatividad personal pone en evidencia que la experiencia de  cada uno de sus miembros también cuenta y que lo comunitario no necesariamente inhibe la dimensión individual como muchas veces se ha asegurado. Y esta sinergia es posible porque en la cosmovisión de dichos pueblos lo individual es una parte indisoluble (es decir, no se puede “separar de” ni tampoco “disolver en”) del todo social y ambos interactúan en beneficio mutuo. La comunidad es el marco referencial donde la vida sucede y se realiza para todos y cada uno de sus miembros mancomunadamente, o sea en acuerdo. Una situación similar observó el filósofo y lingüista germano-mexicano Carlos Lenkersdorf en las asambleas comunitarias tzeltales y tojolabales de Chiapas, donde las decisiones se toman por consenso (o unanimidad). Allí, “cada uno habla en nombre del NOSOTROS sin perder su individualidad, pero, a la par, el NOSOTROS habla por la boca de cada uno de sus miembros”;[21] y más adelante concreta: “La comunidad, pues, no reemplaza la decisión individual, sino que cada individuo toma la decisión en el contexto de la consulta comunitaria”.[22]

    De manera que, como vemos, el ideal pedagógico maya espeja de alguna manera la praxis de las asambleas comunitarias (donde –como se señaló-  existe una relación dialógica entre el “uno” y el “nosotros”), cuando un saber que se ha generado individualmente se lo concibe como patrimonio de toda la comunidad, en el entendimiento que éste fue posible gracias a la experiencia acumulada por el grupo social en su conjunto a través de procesos interaccionales recíprocos y del cual, además, el creador/ra es producto; como el maíz lo es de la Madre Tierra. El propio Lenkersdorf, quién conviviera por largos años con los tojolabales, nos trae un ejemplo ilustrativo de lo que aquí tratamos de exponer. Durante un curso dictado por este autor, y a pedido de los propios alumnos indígenas, les planteó un problema a resolver: “apenas fue anunciado el problema –dice Lenkersdorf-, al punto todos los alumnos se juntaron inmediatamente, sin ninguna consulta previa entre ellos. Era obvio que querían resolver el problema juntos, es decir, que se proponían pasar el examen en grupo. Una vez que se estableció el grupo, se produjo entre todos ellos un diálogo animado (como en los preliminares de las asambleas comunales) y, dentro de poco tiempo, resolvieron el problema”[23] (lograron el consenso, en la terminología asamblearia). Y luego agrega: “En el contexto de la sociedad tojolabal, hay reglas firmes y muy seguras para la solución de los problemas que se presentan en sus comunidades, sea a nivel local o a niveles más amplios. Cuando esto ocurre, todos los comuneros se reúnen y, todos juntos, resuelven el problema”.[24] Así, con esta práctica que imbrica lo individual y lo colectivo detrás de un objetivo común, logran poner en circulación –tarea que se ve facilitada, como arriba se dijo, por un sistema estrechamente interconectado- saberes nuevos o renovados, sustanciales o superfluos, que enriquecen y dinamizan la cultura étnica en beneficio de todos sus integrantes, porque en la apremiante realidad indígena “los problemas deben resolverse, no importa por quién o por quiénes”.[25]

4.- Consideraciones finales

    La pretendida cristalización evolutiva de las sociedades indígenas, supuestamente estancadas en un tiempo pretérito se nos revela bajo esta nueva mirada como una construcción, una ficción animada por intereses contrarios al de los pueblos mayas de Chiapas. Por su parte, la revolución indígena para poder romper con este entramado reaccionario y aspirar al éxito final de su empresa de liberación, debe lograr mantener entre sus haberes para la lucha comunidades cohesionadas política, social y culturalmente, tanto como económicamente autónomas (esta sería la estrategia que los zapatistas estarían intentando llevar adelante entre sus comunidades aliadas o simpatizantes). Paralelamente, esta especie de retaguardia en que se constituyó la comunidad india en resistencia, conseguirá sobrevivir y sostener sus reivindicaciones en la medida que pueda mantener su coherencia interna, aún realizando los cambios y adaptaciones que la realidad le imponga, los que serán inocuos en la medida que estén mediados por la comunidad misma y alejados de cualquier tipo de colonialismo interno. Y en esta puja formidable (más de cinco siglos así lo acreditan) la pedagogía maya cumple su rol más transcendente “enseñándose” creativamente los caminos alternativos que conduzcan a la clausura definitiva de la conquista iniciada por los kaxlanes[26] en un ya lejano 1492.



* Este artículo fue escrito en febrero de 2020 y se publica aquí por primera vez.
[1] Entrevista del periodista Joaquín Soler Serrano a Jorge Luis Borges para el programa “A Fondo” de Radiotelevisión Española, 1976, ubicación minuto 28:37 (https://youtu.be/2gu9l_TqS8I).
[2] La Interpretación de los Sueños. Traducción de Luis López-Ballesteros y de Torres. Viena, 7 de mayo de 1923. Las cursivas son nuestras.
[3] No disponemos de la fuente. Es una vieja anotación manuscrita nuestra en un libro del mencionado autor que suponemos correcta.
[4] FCE. México, 1959.
[5] Ibídem, pág. 16.
[6] CLACSO-UNICH-CRESUR. Buenos Aires, 2019. Disponible en Clacso: <http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20190912042943/Reflexion_filosofica.pdf>.
[7] Ediciones Castañeda. Colección Estudios  Antropológicos y Religiosos. Buenos Aires, 1977. Pág. 10.
[8] Ob. cit., pág. 13.
[9] Ibídem, pág. 85.
[10] Bolom Pale menciona el uso por parte de los niños tsotsil de la formula “le aprendí a” (ob. cit., pág. 86). No obstante esta diferencia, como puede comprobarse en la lectura de la mencionada obra, ambos enunciados refieren al mismo concepto.
[11] Socialización y Aprendizaje Infantil en un Contexto Intercultural. Una etnografía educativa en El Bascán en la región cho’l de Chiapas. Universidad de Ciencias y Arte de Chiapas (UNICACH). Tuxtla Gutiérrez, 2009. Pág. 16. Disponible en Clacso: <http://209.177.156.169/libreria_cm/archivos/pdf_807.pdf>.
[12] Bolom Pale, M.: ob. cit., pág. 86.
[13] Ob. cit., pág. 86.
[14] Bermúdez Urbina, F. y Núñez Patiño, K.: ob. cit., pág. 25 y 89.
[15] Según Bermúdez Urbina y Núñez Patiño el modelo educativo estatal “aún mantiene su función asimilacionista pues la lengua es sólo un vehículo para castellanizar, ya que no se enseña a leer y ni a escribir en lengua indígena” (ibídem, pág. 112).
[16] Ibídem, pág. 90.
[17] La Interpretación de las Culturas. Gedisa Editorial. Barcelona, 2003 [1973]. Pág. 77. Véase también pág. 82.
[18] Ob. cit., pág. 86.
[19] Sociología de la Explotación. Siglo XXI Editores. México, 1970. Págs. 223 y ss.
[20] Bolom Pale: ob. cit., pág. 84.
[21] Lenkersdorf, Carlos: Filosofar en Clave Tojolabal. Ed. Miguel Ángel Porrúa. México, 2005. Pág. 29.
[22] Ibídem, pág. 39.
[23] Ibídem, pág. 60. La aclaración entre paréntesis es nuestra.
[24] Ibídem, pág. 61.
[25] Ibídem, pág. 61.
[26] En lengua maya (tzetzal, tzotzil, tojolabal y otras) se llama así a los no-indígena, a los que vienen de afuera, sean éstos, en su tiempo, españoles; y hoy, criollos y mestizos.


CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:

FAVA, Jorge: 2020, “Pedagogía de los mayas chiapanecos: un análisis del concepto ‘enseñarse’”. Disponible en línea: <http://
larevolucionseminal.blogspot.com.ar/2020/04/pedagogia-mayas-chiapanecos-ensenarse.html>. [Fecha de la consulta: día/mes/año].